El intento de una humilde trabajadora sexual de recuperar el perdido arte del placer y el refinamiento en un mundo hambriento de significados.

domingo, 16 de agosto de 2009

La auyanime

El pueblo azteca era una civilización que consideraba la disciplina y la sobriedad como parte importante de su cultura. Los placeres y los lujos eran usualmente despreciados, pues se decía que sólo hacían más débil al hombre. Por ello, el arte culinario, el alcohol, el sexo y otras comodidades eran despreciadas, aunque tenían el arte en un concepto muy elevado.
Sin embargo, los guerreros eran una casta aparte, que tenían que llevar vidas aún más duras que las de el resto de la población. Por ello, existían un grupo de mujeres llamadas auyanimes, que servían como desahogo sexual para los guerreros, aunque esta práctica era también muy supervisada, pues existía el riesgo de que volviera complaciente al guerrero.
Una auyanime era vista como una mujer privilegiada, pues sólo se elegían a las más bellas, agraciadas y talentosas para esa labor. Eran fáciles de reconocer por los complicados tatuajes en sus piernas, que permitían que fueran fácilmente identificables sin necesidad de ser demasiado reveladoras. Si una de ellas quedaba embarazada, recibía un cuidado especial, y el niño criado como un futuro guerrero. Curiosamente, el padre quedaba liberado de toda responsabilidad, e incluso se hacía lo posible para que no se relacionara con el pequeño.
Tras de la Conquista, las auyanimes perdieron su posición de respeto, y fueron consideradas como otra prostituta más. Pero aún así, muchas auyanimes fueron consideradas como trabajadoras de lujo, pues su condición de seleccionadas sobrevivió incluso mucho después de que la tradición había desaparecido,. Las mismas desaparecieron totalmente tras de una generación, totalmente absorbidas por la cultura española.

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